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Yaḥyà b. Aḥmad b. Ṣumādiḥ, rey de la taifa de Huesca

por Javier Iglesia Aparicio
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Yaḥyà b. Aḥmad b. Ṣumādiḥ, rey d ela taifa de Huesca

[m. c. 1016] Conocido por su kunya, Abū Yaḥyà. Valí de Huesca y primer rey de la taifa de Huesca (c. 1013 – c. 1016)

Yaḥyà b. Aḥmad b. Ṣumādiḥ, perteneciente a la familia tuyibí, era el gobernador del distrito de Huesca en época amirí y continuó siéndolo cuando el califa Sulaymān al-Mustaʿīn accedió al poder. Este nuevo califa lo elevó al doble visirato y confirmó su dominio sobre el distrito de Huesca en torno al 1013, de un modo similar a como fue reconocido su primo Munḏir en Zaragoza.

Yaḥyà mantuvo buenas relaciones con su primo Munḏir hasta que falleció el califa Sulaymān (1016). A partir de ese momento se inició una guerra entre ambos por el dominio de Huesca. Yaḥyà fue derrotado. No es posible saber si murió durante el conflicto o bien en Valencia, donde su familia se refugió bajo la protección del amirí ʿAbd al-ʿAzīz. Uno de sus hijos fue Abū l-Aḥwaṣ Maʿn Muḥammad b. Ṣumādiḥ al-Tuŷibī, rey de la taifa de Almería.

Esta es la reseña que nos ha transmitido Ibn Idari, siguiendo a Ibn Hayyan, en su Al Bayan al-Mugrib:

[…] Yaḥyà b. Aḥmad b. Ṣumādiḥ, de kunya también llamado Abū Yaḥyà, señor de la ciudad de Huesca y sus distritos. Su renombre ascendió en los días de al-Mu’ayyad Hisham (Hisham II); luego continuó teniéndolo con Sulaymān, que lo elevó al doble visirato y lo confirmó sobre sus distritos.

En los inicios de su poderío mantuvo una buena relación con su primo Munḏir b. Yaḥyà, mostrándose de acuerdo con él y ocultando la envidia que le tenía; nada [era] superior a ella. Después se apartó de él totalmente y no tardó en malearse la situación entre los dos. Tras la muerte de Sulaymān se hicieron la guerra por el dominio de Huesca. Ibn Ṣumādiḥ fue incapaz de [resistir a] Munḏir debido a la multitud de sus tropas. Le abandonó la ciudad y huyó sin que le quedase en la frontera un lugar donde aferrarse. [Éste] fue el primero de los facciosos en caer sin consolidar su poder y que no lo dejase en herencia a sus sucesores.

Este Abū Yaḥyà estaba dotado de discernimiento, elocuencia y simpatía. No había entre los caudillos quien le sobrepasase [en su tiempo] en estas cualidades del hombre desafortunado, a quien se asocia la desgracia y en quien se asienta la dureza y la necesidad. Poseía una sólida porción de cultura, con la que lograba su objeto perorando y narrando; sin cesar aspiraba a conseguir los bienes de este mundo y agitarse en sus empresas, y así su empeño se mantenía firme en él y su suerte lo derribaba, hasta que le sobrevino la desgracia con sus vicisitudes.

Ibn Idari, Al Bayan al-Mugrib, trad. Felipe Maíllo Salgado en La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de taifas, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1993, págs. 149-150

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