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Bodó / Eleazar, el apóstata

por Javier Iglesia Aparicio
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Bodó Eleazar

[s. IX] Diácono alamán de la corte carolingia convertido al judaísmo.

Bodó o Bodón fue un diácono de origen noble alamán en la corte del emperador Luis el Piadoso que se convirtió en un notorio caso de apostasía en su momento, al convertirse al judaísmo y trasladarse a al-Andalus tomando el nombre de Eleazar o Eliezer.

Se desconoce la fecha y el lugar de nacimiento. Bodó había sido educado desde niño en la cultura latina y la doctrina cristiana y, además, se formó posteriormente en el palacio de Aquisgrán contando con el favor del propio emperador Luis I y su esposa Judit de Baviera. En algún momento del primer semestre del año 838, Bodó pidió permiso para realizar una peregrinación a Roma, que le fue concedido.

No sabemos exactamente si Bodó llegó o no a Roma. Tampoco el momento exacto de la apostasía: Según Prudencio, obispo de Troyes (uno de los autores de los Anales de San Bertín) fue antes de viajar a Hispania; según Amolon de Lyon fue ya en Zaragoza.

Siguiendo a Prudencio, es en el 839 cuando Bodó se convirtió al judaísmo, obligando también a un sobrino suyo. Seguidamente vendió al resto de la comitiva que le acompañaba como esclavos. Una vez converso, tomó el nombre de Eleazar, se casó con una judía, tomó sus costumbres y, finalmente, se fue a vivir con la comunidad judía de Zaragoza. Este el texto completo de Prudencio de Troyes:

839. […] Mientras tanto se instaló el rumor de un suceso más que deplorable, por el que todos los hijos de la Iglesia Católica debían llorar: el diácono Bodón, de origen alamán, profundamente imbuido desde su más temprana infancia de la religión cristiana y del aprendizaje divino y humano gracias a la instrucción palaciega de la que gozó, quien incluso un año antes había solicitado permiso a los Augustos para dirigirse rápidamente a Roma para hacer oración y lo había obtenido agasajado con muchos dones, abandonó el Cristianismo y se convirtió a la religión judía incitado por el enemigo de la raza humana. En primer lugar, inició un consejo con los judíos sobre su propia apostasía y perdición; después, no tuvo reparos en urdir un taimado plan que le permitió la venta como esclavos de cuantos había llevado consigo a estos paganos. Vendió a todos ellos, salvo a uno, considerado sobrino suyo. Renegó —podemos reprimir el llanto al decirlo— de la fe cristiana y se declaró judío. Así pues, fue circuncidado, se dejó crecer el cabello y la barba, y adoptó, o más bien usurpó, el nombre de Eleazar. También se ciñó un cinturón militar, casó con la hija de un judío y obligó a su mencionado sobrino a convertirse también al judaísmo. Finalmente, dominado por un misérrimo deseo, se fue a vivir con los judíos a Zaragoza, ciudad de Hispania, a mediados de agosto. A duras penas pudo el Emperador creer estos rumores, que mostraban a las claras a todos cuán desgraciado suceso era el que golpeaba al matrimonio Augusto y a todos los redimidos por la gracia de la fe cristiana. […]

Anales de San Bertín

Su conversión fue considerada como un rechazo a la cultura carolingia, así como de a la fe cristiana.​ Amolon de Lyon, discípulo de Agobardo de Lyon, en su Libro contra los judíos, lo describe como un judío “barbudo y casado (barbatus et conjugatus) y frecuentando diariamente la sinagoga de Satanás“.

Quod enim nunquam antea gestum meminimus, seductus est ab eis diaconus palatinus, nobiliter natus, nobiliter nutritus et in Ecclesiae officiis exercitatus, et apud principem bene habitus, ita ut eorum diabolicis persuasionibus abstractus et illectus, desereret palatium, desereret patriam et parentes, desereret penitus Christianorum regnum: et nunc apud Hispaniam inter Saracenos Judaeis sociatus, persuasus sit ab impiis Christum Dei Filium negare, baptismi gratiam profanare, circumcisionem carnalem accipere, nomen sibi mutare, ut qui antea Bodo, nunc Eliezer appelletur. Ita ut et superstitione et habitu totus Judaeus effectus, quotidie in synagogis Satanae barbatus et conjugatus, cum caeteris blasphemet Christum et Ecclesiam ejus.

Porque nunca recordamos un acto anterior, un diácono palatino fue seducido por ellos, noblemente nacido, noblemente educado y entrenado en los oficios de la Iglesia, y en buena reputación con el príncipe, de modo que, atraído y engañado por sus diabólicas persuasiones, abandonó el palacio, abandonó su patria y a sus padres, abandonaría por completo el reino de los cristianos: y ahora, habiéndose unido a los judíos en Hispania entre los sarracenos, debería ser persuadido por los impíos a negar a Cristo, el Hijo de Dios, a profanar la gracia del bautismo, a aceptar la circuncisión carnal, y cambiar su nombre, de modo que el que antes se llamaba Bodo, ahora se llame Eliezer. Así, por superstición y costumbre, todo judío, barbudo y frecuentando cada día las sinagogas de Satanás, blasfema a Cristo y a su Iglesia con los demás.

Migne Patrologia Latina Tomus 116, Amulo Lugdunensis, Liber contra Judaeos (traducción propia)

Estancia en al-Andalus

Ya en al-Andalus, Eleazar mantuvo, a partir del 840, una interesante correspondencia con Álvaro de Córdoba, un intelectual cristiano de origen judío. De esta correspondencia1 se han conservado un total de siete cartas intercambiadas entre Álvaro y Eleazar aunque con muchas páginas desaparecidas, quizás censuradas por algunos de los archiveros.

Los dos conversos se dirigen el uno al otro con la fórmula “mi hermano de ideas distorsionadas”. Ambos intentan devolver al otro a su antigua fe. El diálogo se desarrolla en pie de igualdad, sin los prejuicios a favor de la Iglesia propios de las disputas judeocristianas que tendrían lugar unos siglos más tarde. Pero, aunque las primeras cartas comenzaron de manera cordial, estas terminaron en una serie de insultos donde incluso se pude traslucir aún la antigua rivalidad entre francos y visigodos.

En el 847 tenemos noticias, transmitidas también por Prudencio de Troyes, de que Eleazar trataba de convencer a las autoridades islámicas de al-Andalus para que obligara a los cristianos a convertirse o al Islam o al judaísmo, promoviendo incluso su ejecución si no lo hacían. Los cristianos francos pidieron al Carlos el Calvo que exigiera a Eleazar deponer esa actitud anticristiana.

847. Bodón, quien años antes había renegado de la verdad cristiana para abrazar la perfidia de los judíos, actuó con tanta maldad que trató por todos los medios de incitar los ánimos de todos los cristianos que vivían en Hispania bajo el yugo del rey y del pueblo de los sarracenos, con el fin de que abandonaran la religión cristiana y se convirtieran a la locura de los judíos o a la demencia de los sarracenos; de lo contrario, les aseguraba, serían todos ejecutados sin vacilación. A tenor de ello, todos los cristianos del reino hicieron llegar una desesperada súplica al rey Carlos, a los obispos de su reino y a las demás órdenes de nuestra fe para que exigieran al citado apóstata que dejara de poner a los cristianos en la tesitura de elegir entre persecución o muerte. […]

Anales de San Bertín

Es posible que estas acciones tuvieran que ver con el movimiento de los mártires mozárabes encabezados por Eulogio de Córdoba a mediados del siglo IX.

No se conoce nada más de la vida de Eleazar tras esta noticia.


Bibliografía

  1. Son las cartas de la XIV a la XX conservadas en un manuscrito del siglo XI actualmente en el Archivo Catedralicio de Córdoba. Se puede consultar una versión en latín en Migne, Patrologia Latina, Tomo 121, Epistolae, Alvarus Cordubensis. Existe una traducción al castellano de Juan Carlos Lara Olmo. ↩︎

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